Luz en la oscuridad
A veces la vida nos pone frente a pruebas que creemos no poder superar. A veces lo perdemos todo: la familia, el dinero, el trabajo, los sueños. Todo aquello sobre lo que reposaba nuestra identidad se desvanece. El vacío que queda es aterrador.
Tienes dos opciones: huir, o afrontarlo. La sociedad nos propone miles de opciones para la huída (las drogas, el alcohol, las redes sociales, el juego, la compra compulsiva, las series…) o puedes parar y mirar dentro de ti.
En ese vacío se halla el camino hacia la liberación. Mirar ese vacío es darse cuenta de que ya no podemos perder nada, y que sólo queda lo que verdaderamente somos.
Sentarse y mirar ese vacío es meditar. Y meditar es observar que no somos aquello que creímos ser, que detrás, en el silencio del ego se encuentra nuestro verdadero yo, nuestra esencia, nuestra alma.
En mi segunda sesión de Reiki como clienta, hará unos 20 años, la terapeuta me dijo que tenía un muro construído a mi alrededor, que debía romperlo para mostrar quién era en realidad. No la entendí y tampoco hice el trabajo, al contrario, continué construyendo ese muro, cada vez más alto y más fuerte, hasta que la vida se encargó de demolerlo: un divorcio doloroso y una carrera profesional estancada. Ninguno de ambos caminos era el mío, pero yo me había aferrado a ellos en mi cometido de construir una identidad aceptable por la sociedad. Tuve que soltarlo todo y quedó el vacío.
Tarde o temprano tendrás que escuchar el vacío. Te invito a que lo hagas antes de que la vida te obligue a hacerlo. Empieza a resquebrajar el muro.
Confía, suelta y abandónate a la experiencia de la meditación, porqué detrás se halla una felicidad inquebrantable, una felicidad que no depende de tus circunstancias exteriores, es la felicidad del ser.
El Reiki induce estados de meditación profunda en los que puedes escuchar a tu ser esencial. La energía del Reiki es luz que se filtra por las grietas de ese muro.
Te mando un abrazo muy fuerte